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Que el diablo pase de largo.

Que el diablo pase de largo.

 

El Colacho saltó sobre un centenar de bebés, libres de sus mal agüero y doblemente benditos, por la Cofradía del Santísimo Sacramento, y la lluvia

 

El Colacho simboliza el mal huyendo del bien, representado por la Cofradía del Santísimo Sacramento.

Alicia ya no se acuerda del día en el que el diablo voló sobre su cabeza. Tenía apenas un mes cuando sus padres la dejaron sobre el colchón con los otros niños a la espera del que el demonio pasara por encima y los liberara de su malvado influjo. Entonces los padres de la niña se llevaron un mal rato, no tanto por el Colacho, del que dicen las mujeres del pueblo que «nunca ha fallado», como por la nena más grande que Alicia tenía a su lado, encandilada con sus escasos mechones. «Pensábamos que nos la aplastaba», dice la abuela entre risas. Este año Alicia vuelve a Castrillo como espectadora. Será su nueva hermana, Laura, la que ocupe su sitio en la colcha. Laura participará del «rito» por los pelos, ya tiene ocho meses y solo se admiten niños nacidos en el año. «Si son más grandes podrían engancharle la pierna al demonio», indica la abuela.
Antes de que llegue el Colacho, una inmensa nube se cierne sobre los colchones. Sus tonos grisáceos hacen de ella una amenaza más patente para papás y mamás que la malvada influencia del gentil Colacho, un vecino del pueblo llamado Roberto que se muestra encantador con los niños y no puede evitar llenarlos de mimos después de pasarles por encima. El cielo augura una lluvia contenida durante todo el día y media hora antes del inicio de la procesión empieza a chispear. Mientras los colchones se recogen Puri nos cuenta que pasa así muchas veces, pero como por arte del divino, «siempre deja de llover justo cuando empieza la procesión». Sea o no, en torno a las seis los augurios de Puri se cumplen y la lluvia para.
Vuelven los colchones y rápidamente los niños son colocados encima. Una pancarta gigante ruega un silencio imposible en el jaleo de niños llorando, incapaces de entender por qué mamá los abandona en un frío colchón lleno de desconocidos y papá hace fotos como un loco, como en el bautizo. Algunos se lo toman con calma. Da gusto con Ignacio, un niño grande que es el más tranquilo de los de su grupo. Le ha cogido la mano a la nena que está a su lado, y por más que sus padres intentan separarles, el chico tiene iniciativa y siempre vuelve al ataque. A el «bautismo» del Colacho, fiesta declarada de Interés Turístico Nacional, acuden cada vez más familias y la que viene una vez, repite.

EL SALTO. Neme, que a ella le gusta que la llamen así, y no Nemesia, no puede evitar recordar una escena quizás algo lejana en el tiempo, pero no en su memoria, en la que la conserva intacta. Piensa en su marido, que fue un Colacho improvisado, y en el vigor de su salto de pierna larga. «Él era Atabalero», rememora. Su papel era el de guiar al demonio a golpe de tambor, pero éte aquí que el encargado de pegar el salto «era muy bajo, y le daba reparo saltar el colchón». No era cuestión de arriesgarse y el hombre de Neme lo sustituyó. «Ahora tiene 80 años, ¡pero no lo parece! Mi marido es un héroe, fuerte, lo que nos ha tocado a los dos, lo peor del campo...».
Mientras Neme habla el Colacho llega acompañado de su comitiva y del Colacho entrante, que saltará el próximo año y repite sus saltos como atento aprendiz. El ambiente se tiñe de tensa expectación cuando suena el redoble de tambores. Los padres se apartan de los colchones y levantan las cámaras, cual armas para enfrentar al demonio. El diablo coge carrerilla y se lanza sobre los bebés. Los saltos duran un instante que es a la vez suspiro e inmediato alivio. Detrás de los colachos vienen los miembros de la Cofradía del Santísimo Sacramento. Ellos simbolizan el bien y provocaron la huida del diablo. Ahora bendicen a los niños, ya completamente libres de su mal agüero. Los últimos en ser saltados son purificados por una invitada de última hora, el agua que empieza a caer del cielo. ¿A qué vienen unos cofrades a quitarle a ella su histórico papel?    

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